I
Hay fetidez en las almas, es un olor de pecado.
Nauseabunda impureza, contamina el corazón.
Suplicas y lamentos, se elevan para un perdón
Ahí está el hijo en la cruz, por amor crucificado.
II
Quien se ve a sí mism@, indign@ de ser amado
no entiende a Cristo, al corazón de corazones.
El amor puro y sublime de incontables bendiciones
A quién espera por ti, a quién nunca te ha olvidado.
III
Es amor incondicional, sin disimulados peajes.
Nada le debes, a quien en verdad ha perdonado.
Redimido los pecados, sin distinción de linajes.
IV
Cristo no va a volver, desde que vino no se ha ido.
No son horas de receso, por ausencia del maestro.
Observa en tú corazón, que allí lo tienes dormido.
Autor:
Emilio Fernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios dan vida a un blog.